Acollir l’exitència

Presentació de recurs

Somos seres de acogida. Si nacer no basta para ser, ni crecer basta para existir, es porque necesitamos ser acogidos en un mundo. Hemos visto que las vías para ser mejor o peor acogidos no son seguras. Pueden ser violentas y pueden fracasar hasta llegar a herirnos o a desintegrarnos. Poder comparecer no es nunca un acto garantizado. Por lo tanto, existir tampoco. Entre cada uno de nosotros y el mundo hay una serie de mediaciones afectivas, culturales, sociales, políticas y materiales a través de las cuales se juega lo que cada uno puede llegar a ser. La educación es un conjunto de prácticas que definen, juntas, qué parte de acoger la existencia está dispuesta cada sociedad a darse a sí misma.

La hospitalidad puede ser autoritaria o recíproca. Puede ser la hospitalidad del amo que abre la puerta de su casa, de su escuela o de su país imponiendo sus condiciones o puede ser el trato que nos damos unos a otros cuando redefinimos nuestra convivencia contando con la existencia de otros. Aunque en ambos casos hablamos de la hospitalidad, son dos experiencias que no tienen nada que ver: una reafirma el lugar del amo, la otra abre espacios de convivencia recíprocos. . “Dar lugar al que llega no es tan fácil”, escribe el pedagogo francés Philippe Meirieu. Desde el punto de vista del aprendiz, ¿qué significa acoger y ser acogido? ¿Quién puede llegar a dónde? ¿Quién puede acoger y por qué? Si dar un lugar al que llegar no es tan fácil es por que no hay nunca un encaje perfecto. Existir siempre es un desajueste. Sin embargo, cualquier sistema necesita alimentarse de la ficción del encaje, de la inscripción reglamentada y totalizadora. La lista de clase. El número de matriculados. El Estado es el registro civil. El censo, la democracia. Y la humanidad, una nube de datos que se procesan cada microsegundo. El sistema educativo, en concreto, se basa en la inscripción como condición para aprender. Lo que no encaja es expulsado o rechazado. No funciona, no tiene los requisitos o las capacidades.

Vivimos en un mundo de sistemas altamente complejos y al mismo tiempo permanentemente desvordados. Capturan talentos, tiempo y atención en la misma medida que expulsan vidas y destruyen espectativas. Cada individuo es visto y evaluado como un potencial, al mismo tiempo que es tratado como un posible residuo que hay que reciclar tantas veces como sea posible, antes de ser descartado definitivamente. Como explica la sociólogo Saskia Sassen, vivimos en sistemas sofisticados y complejos que producen formas de brutalidad elemental. Esta brutalidad no sólo se ejerce sobre el cuerpo y vidas explotados. Va más allá: produce humanos residuales en cantidades industriales. Tener potencial o convertirse en residuo: parece que hoy éstas son las dos posibilidades de ser. 

Garcés, Marina. Escuela de aprendices. Galaxia Gutenberg, Barcelona 2020, p. 49

Etiquetes: Escrits, Llibres
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